«El pan se entra en todo: en el aceite , en el gazpacho, en el queso y la uva, para dar sabor a beso, en el vino, en el caldo, en el jamón, en él mismo, pan con pan. También solo, como la esperanza, o con una ilusión…»
Juan Ramón Jimenez (Platero y yo)
Hace unos meses mis tíos Pilar y Jorge nos convocaron a los primos en su finca, La Mora, otro de mis sitios favoritos.
Nuestra misión allí: ayudarles a cortar leña, limpiar el campo de malas hierbas y otra serie de trabajos campestres.
La recompensa: un fin de semana gastronómico y familiar en el que disfrutar de todas las delicias que nos prepara siempre mi tía, que es una gran cocinera, y disfrutar de buenas sobremesas entre primos, que como estamos todos desperdigados, pues siempre se agradece.
Aproveché para pedirle a mi tía que nos hiciera alguna de sus recetas y se decidió por un buen pan, que además, amasado en esa cocina, apetece todavía más.
Nos colgamos todos nuestros delantales, y nos pusimos manos a la obra.
Le habíamos llevado como regalo el nuevo libro de Iban Yarza, Pan de pueblo. Un libro lleno de recetas e historias de los panes y panaderías de España. Una maravilla de libro, sobre todo para los amantes del buen pan, como son ellos (y nosotros).
Hicimos dos tipos de pan: por un lado un pan de aceite, uno que ella hace mucho y que me dijo que estaba basada en esta otra receta de pan de Lorraine Pascale.
Pero como esa receta ya la tenéis siguiendo el enlace, hoy vamos a compartir la receta del pan de pueblo que elegimos del libro de Iban Yarza. Después de mucho hojear, finalmente se decidió por el «Bollo sevillano» de Joaquín Romero de Sevilla.

INGREDIENTES:
– 1kg de harina. de fuerza
– 420 gr. de agua fría
– 200 gr de masa madre natural
– 18gr. de sal
– 10 gr. de levadura
PASOS:
– Se amasan los ingredientes durante 5 minutos, masa madre incluida, sin llegar a dejar la masa bien preparada.
– Refinamos la masa unos 10/15 minutos. Para ellos amasamos la masa con un rodillo, estirándola y doblándola una y otra vez. Hasta que se vea una masa suave y manejable. Con esto conseguimos que la masa suba mejor.


– Formamos una bola, estiramos la masa con las manos y le damos forma de pan.
– Marcamos un corte profundo de arriba a abajo, tapamos con un paño y dejamos reposar durante unas 2 horas y media.
Momento perfecto para salir a pasear por el campo a «relacionarnos» con la ovejas, respirar un poco de aire puro y disfrutar de cosas que parecen tan lejanas en Madrid y que te hacen parar un poco (al menos hasta que vuelves a la vorágine de la capital).
– Una vez transcurrido este tiempo, precalentamos el horno a 200º y cocemos durante media hora. Mejor no usar ni vapor ni aire. Horno arriba y abajo y poner la bandeja a media altura.
Y voilá! Ya tenemos un riquísimo pan, que aunque es cierto que lleva trabajo, es un trabajo que todos deberíamos hacer de vez en cuando, porque la satisfacción y lo que se disfruta de todo el proceso, no se compra en cualquier panadería.

«Hacer pan es un trabajo que todos deberíamos hacer de vez en cuando, porque la satisfacción y lo que se disfruta de todo el proceso, no se compra en cualquier panadería.»
Así que os invito os un reservéis un hueco del próximo fin de semana o de las próximas vacaciones, para que cojáis la receta y os lancéis a hacer vuestro propio pan. No será el más rico probablemente, pero será del que más orgullosos estéis. Y si lo hacemos con ellos, mejor que mejor. Esa sensación de hundir las manos en las masa, ¡la disfrutan como nadie!
Ya me contaréis…
Madre mía, Bea… me dan unas ganas de hacer pan solo para que me salgan estas fotos… no, en serio! Planazo!