Que crezcan disfrutando con la música, que vean en ella siempre algo divertido y emocionante…
Cuando Martina empezó a tocar el piano con 5 años yo tenía clara una cosa: quería que tocase si disfrutaba con ello. Ya lo dije una vez por Instagram, quiero que mis hijas toquen un instrumento por el simple placer de tocarlo, que disfruten de la música en el sentido más amplio.
Porque saber tocar un instrumento, saber «hacer» música, me parece maravilloso y ojalá les acompañe toda la vida.

«La música te agrede o te acaricia en lugares que no conocías»
Alejandro Pelayo
Así que bueno, con este ideal en mi cabeza y viendo cómo disfrutaban en conciertos y viendo a la gente tocar, se me ocurrió que por qué no invitar a gente a casa que supiera tocar el piano y entre tema y tema, charlar con ellos de música.
Una forma, una vez más, de acercarles no sólo la música, sino la pasión de otras personas por lo que hacen.
Y de ahí se me ocurrió esta sección «Dear music» por todo lo bonito que le diríamos a la música tanto los invitados que pasarán por esta sección como yo.
Al primero que invitamos y que tuvimos la suerte de que aceptara (gracias a mi querida Laura Ceballos), fue a Alejandro Pelayo, componente del grupo Marlango y compositor, y que ya dejaba hipnotizada a Martina hace años como podéis recordar (no sin morriña) en este post.
Alejandro además acababa de sacar no hacía mucho su primer disco de piano en solitario, «La herida invisible», y Martina y Lola que, aunque pueda parece increíble se ponen mucho piano en Spotify cuando están jugando, ya se conocían muchos de sus temas, lo cual lo hacía todavía más emocionante.
«Esto es para toda la vida. Pero desde un lugar donde tú sabes que la relación que vas a tener con el instrumento, seas intérprete o aficionado, es para toda la vida porque ninguna otra cosa te puede dar lo que te da la música de una manera tan directa, tan contundente… y gratis.»
Alejandro Pelayo
Alejandro llegó a casa una tarde, muy cortado y tímido, aunque no era el único, pero en cuanto se sentó al piano y comenzó a tocar y a «trastear» con Martina, enseguida empezó a relajarse. Luego en la entrevista nos contó que siempre le pasa. El piano es para él como una terapia en muchas circunstancias y saber que tiene uno cerca al que poder acudir a tocar un poco y relajarse, le ayuda mucho, como le ocurre por ejemplo en los viajes de promoción de disco.

«Siempre merece la pena sentarse a tocar el piano»
Alejandro Pelayo
Lo primero que hizo fue quitar tooodo lo que tenía encima del piano y abrirlo para dejar salir bien el sonido. Es un piano que solo toca Martina y a su manera, así que está un tanto desafinado además, no se lo tengáis muy en cuenta, ni a él ni a nuestro querido piano blanco de Font and Roca, ellos no tiene la culpa y ella está aprendiendo. Lo afinaremos de nuevo para comenzar bien el curso.
Con Alejandro estuvimos hablando de sus comienzos con el piano y cómo fue su educación musical para hacer que su pasión no decayera.
A menudo, más de lo que me gustaría, me encuentro o me escribe gente que me cuenta que estuvo en el Conservatorio o que estudió la carrera de piano y que terminó aborreciéndolo, que la dejó a medio terminar porque no le gustaba o que nunca más volvió a tocar el piano. Y eso me da mucha pena…
Por eso me gusta hablar con gente que se dedica a ello y además le apasiona como es el caso de Alejandro Pelayo, para charlar sobre cómo aprendieron, sus inicios y su punto de vista sobre todo este tema.
Él comenzó a tocar porque sus padres, cuando él era pequeño, lo dejaban muchas veces en casa de una amiga porque ambos trabajaban. Esta amiga era profesora de piano en su casa y a él le gustaba sentarse debajo del piano mientras daban clase o merodeaba por las habitaciones trasteando con un piano antiguo mientras escuchaba a los alumnos tocar. Hasta que un día él también comenzó a dar clases con ella, aprendió más a tocar que a leer música y se dio cuenta de que él sin duda alguna, quería dedicarse a eso de mayor.
Luego llegó el conservatorio y con él la rigidez del sistema, que a él personalmente no le pareció del todo mal porque sabía que allí estaba de paso, que tenía que cumplir sus normas y «seguirles el rollo» pero conocía la parte divertida del piano gracias a la amiga de sus padres y su manera de enseñar, así que no le importó y sacó el máximo partido de su paso por allí.
«Haciendo un símil con Star Wars, con Maite, mi profesora particular, me divertía, era como ser de los rebeldes y en el Conservatorio como ser del imperio. Y como yo sabía que era de los rebeldes pues estaba bien con los del imperio. Si solo hubiera ido al Conservatorio y todo hubiera sido tan académico, probablemente no hubiera continuado».
Alejandro Pelayo
Hablando con él sobre la manera de aprender, todo parece fácil y tiene mucho sentido. Enseñarles a escuchar, a buscar las notas, a motivar su curiosidad, sus ganas de sacar ellos mismos canciones que conocen, a improvisar dejándose llevar por el ritmo… Tiene una forma muy especial de sentir la música y de enseñarla. Aunque reconoce que a sus hijos prefiere que les enseñen otros que a él le falta paciencia, jaja.
Cuando nos pusimos a hablar de su disco, «La herida invisible», precioso y muy recomendable, en nuestra casa es ya un imprescindible, me sorprendió muchísimo cómo lo grabaron y la historia, cargada de sentimiento, que se esconde detrás. Nos lo cuenta en el vídeo y es emocionante… Una historia de amor en toda regla.
«Es como reencontrarte con una primera novia. Ya no queda nada de ese amor, pero el cariño y lo que has vivido en ese momento, vuelve»
Alejandro Pelayo
Grabar todo un disco del tirón, que ya tenías grabado previamente en diferentes localizaciones, simplemente porque te reencuentras con un piano con el que viviste grandes momentos y que tiene una fuerte carga emocional para ti, es sin duda de ser muy grande y tener una sensibilidad muy muy especial.
Merece la pena que escuchéis la historia y la entrevista entera porque todo lo que cuenta, y cómo lo cuenta merece mucho la pena, de verdad. Encontrad 12 minutos en vuestro día y disfrutad: de su música, del piano, de su sensibilidad, de ver a Martina tocando con él y sobre todo de sus historias, interesantes y enriquecedoras. Al fin y al cabo el nuevo CBDA iba de eso, ¿no?
Por muchas más tardes de piano y música Alejandro. Millones de gracias por tu tiempo, tus música y tu conversación. Y gracias a Laura por ser nuestro nexo de unión y venir a pasar la tarde con nosotros.
El vídeo y todas las fotos del post de hoy son de Patricia y Alberto de We are paradise (menos un par que las hice con el móvil) que se encargaron de ser mis ojos esa tarde para poder disfrutar y no mirar a través de una cámara.
Me ha encantado Bea. Y el disco de Alejandro es maravilloso.
Si que lo es, en casa lo escuchamos mucho, ¡sobre todo las niñas!
No me ha podido gustar más esta entrevista, soy fan incondicional de Marlango, de Leonor y Alejandro, su música me lleva a otros lugares, me relaja, me serena, me calma…gracias Beatriz por acercarnos a Alejandro, por esta sección y por todo lo que haces con CBDA.
Un placer!
¡Muchísimas gracias Miriam! ¡No sabes cuánto me alegro!
Un abrazo
Hola Bea ,me ha encantado el post. Yo estudié piano con el método antiguo y la verdad que nada recomendable para niños. Me encantaría que mi hijo tocara algun instrumento.
¿Podrias decirme que método usais con Martina?
Muchas gracias
¡Hola Maria Rosa! Martina y Lola van a un centro en Madrid donde se enseña de manera más amena y cercana. No te podría decir un método concreto, pero si ha aprendido mucho con los libretos de Piano Básico de Bastien por si te sirve de ayuda.
Desde mi punto de vista, creo que tienen que tener una visión global de la música y disfrutarla desde diferentes punto de vista: ir a conciertos, escuchar mucha música en casa, conocer gente que disfruta con ella… Martina daba clases particulares en casa y este año decidí llevarla a una escuela porque me apetecía que disfrutara de ella en grupo, con más niños y se divierte muchísimo.
Un abrazo!
Hija Bea, te haces de rogar, pero cuando publicas te desquitas bien!
Yo no sé tocar el piano, no me obligaron, pero es que tampoco me dieron la oportunidad 🙁 (en casa teníamos piano porque mi madre tiene la carrera hecha). Pero yo por intentaba tocar lo que me saliera, aprendí a leer algo por mi cuenta, y disfruto, y disfrutaba, como una enana cuando podía sentarme a tocar, fuera lo que fuera. Es por supuesto mi instrumento favorito (quitando a Ara; ese hombre es punto y a parte), y no sabes la envidia que me da ver ese piano taaaaaan bonito en tu casa, y ver lo que le gusta a Martina.
¡Disfrutadlo! Y muchas gracias por este pedazo de post.
YO tampoco sé tocar nada ni tampoco tuve la oportunidad, pero porque tampoco de pequeña mostré ningún interés. Lo mío era más pintar. Pero ahora lo valoro mucho y he querido darles la oportunidad a ellas y el tiempo dirá si deciden seguir o no. Por eso me gusta ir poco a poco, para que crezcan disfrutando con la música de forma amplia, que aprendan a apreciarla y valorarla, sin agobiar demasiado. Según vayan creciendo iremos viendo 😉
Gracias a ti Sara!
¡Hola Bea! Tenía pendiente escribirte para decirte que me encanta el cambio que le diste a CBDA. En cuanto a este post, no tengo palabras. Me ha encantado, me ha emocionado y he conectado tanto con Alejandro Pelayo… Un día mi sueño también fue la músicA, de hecho, Claude nació, en gran parte, de la ausencia de ilusión por ella. Alejandro Pelayo es muy especial pero estoy segura de que tú has tenido mucho que ver en que se mostrase de esa manera. Espero que «Dear Music» se convierta en una sección fija. Gracias conseguir que me reencontrase con esa parte de mí, aunque sólo haya sido por un rato.
Muchísimas gracias, no sabes cuánto me alegro. Alejandro es realmente especial, lo puso fácil 😉